Mi Querido Crohn,
Te colaste en mi fiesta cuando cumplí los 27, y ya no quisiste marcharte. Me hiciste la vida imposible pero te fui capeando hasta que un día estallaste y me declaraste la guerra. Casi ganas esa batalla, pero yo, a pesar de las secuelas, te vencí. Entonces llegó la paz, y con ella, esos colores claros y cálidos que solían gustarme. Desde entonces, tú y yo hemos llegado a un acuerdo, y por el momento, lo llevamos bastante bien, muy a pesar de tus cambios de humor. Tú me has obligado a escoger el camino de mi vida, pero no el transporte que decido a diario.
En el fondo, muy en el fondo, te estoy agradecida. Porqué tú haces que vea con claridad los colores de la vida, y que los valore y disfrute en cada momento, casi minuto a minuto, y haces que viva feliz el presente rodeada de las personas que quiero. Pero sobretodo, te estoy agradecida porqué me has permitido ser madre.
Entre tus brotes y altibajos, me permitiste lo más grande que podía soñar. Mis hijos. A ellos, les doy las gracias por colorear mi vida cada día, especialmente en los días más grises.
A mis padres, les doy las gracias porqué me regalaron un pantonario repleto de colores, y las herramientas necesarias para que ningún color se me resista, por más complicado que sea lograrlo.
A Jorge, por dar rojo a mi vida. Y por apoyarme y cuidar de mí en tus días más malvados, en esos días azules y grises que se tornaron en negro riguroso.
Así, mi querido Crohn, con los años he aprendido a convivir contigo, ya no me das ni miedo ni vergüenza. Haces que sea más fuerte y que vea la vida de color de rosa, a ser posible, rosa palo. Con mi familia y fieles amigas.
Ilustrar el cuento de Laura ha sido una locura maravillosa hecha desde el corazón. Gracias Laura y Niko por contar conmigo. Juntos deseamos que El viaje de Crohn ayude a los más pequeños a comprender la enfermedad de Crohn y a desmitificarla. Dar sonido a ese incómodo silencio.
Buenas noches.